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Una fábula donde se enredan Charly García y la Triple A

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No sé cuál de mis hijos me había usado la Sube pero, cuando la puse contra el detector del colectivo, no tenía saldo. El colectivero ya me estaba haciendo señas para que me bajara; un señor sexagenario se ofreció a pagar con su tarjeta por mí. Me acerqué a su asiento a regresarle el dinero, y se negó a recibirlo.

-Debés estar cansado de que te digan que tienen una historia para contarte- dijo.Me senté a su lado en la butaca libre y respondí: -Yo ya estaba cansado de antes.

Sospecho que lo consideró una licencia para contar. En cualquier caso, luego de lo que había hecho por mí, no me podía negar a escucharlo.

“Adiós Sui Generis fue el más importante recital al que no concurrí en mi vida. El recital era de la mayor trascendencia para mí, por distintos motivos. El primero, y más importante, mi admiración por la música de la banda, que luego se continuó en la admiración por García. No me gusta llamarlo Charly. El apodo me parece menor. El otro motivo es que me estaba escapando de la Triple A”.

Al día siguiente tenía un pasaje para España; esa noche debía pasarla en algún lugar de incógnito, no en mi casa ni en mis sitios de referencia. La Triple A me buscaba por un malentendido. Yo había estado de novio con una montonera y ellos consideraban que debían matarme también a mí.

Yo no sólo nunca me había metido en política, ni siquiera era peronista. Mucho menos de izquierda. Pero esa mujer me volvía loco. La amé profundamente, aunque ella apenas si me quiso. Nunca entendí por qué se acostaba conmigo.

Que yo la amara era lógico: era hermosa, fresca, misteriosa, sensual. Pero yo… míreme. No era muy distinto hace cuarenta años. Cuando me dejó, quise hacerles llegar a los muchachos de la Triple A la noticia de que yo ya no era un blanco. Que no me mataran.

No había sido montonero ni siquiera cuando ella me dejaba tocarla; muchos menos ahora. Ya tenía el corazón roto, no quería que además me lo quitaran. Uno quiere vivir, eso tampoco entiendo por qué.

Pero no había manera de comunicarse con la Triple A. No tenían un teléfono ni un centro de atención. Era curioso: los compañeros de mi ex novia sí podían comunicarse con López Rega y sus secuaces.

De hecho, se habían reunido con Lopecito cuando el General aún vivía. Pero los que no teníamos ninguna relación con el Movimiento, y de carambola nos buscaban para matarnos, no teníamos con quién hablar”.

En fin, lo mejor que se me ocurrió fue esconderme en el Luna Park, en septiembre de 1975, para ir directo de allí a Ezeiza y rumbo a Madrid, no a visitar al General, que ya había vuelto y muerto, sino a no verlo nunca más, ni a él ni al resto de su runfla, con la que ya bastante había intimado, en todos los sentidos menos políticos.

Pero no conseguí entrada: ni para el primer ni para el segundo recital. Repleto. Ni pude colarme. Escuché desde una puerta cómo García echaba a los espectadores de la primera función, que no querían irse después del segundo bis.

Y no pude dejarme llevar por la marea humana que entró a la segunda. Partes del recital se grabaron, pero hay partes que no. ¿A dónde fueron a parar? Porque el hecho de que yo suba a un colectivo, le pague incidentalmente su boleto, etcétera, es lógico que se pierda en el tiempo.

¿A quién le importa? ¿Para qué conservarlo? Pero una canción de García, que nadie grabó, pero miles escucharon…¿desaparece así como así del mundo? ¿No está más? ¿No existe? Sería una injusticia.

El segundo recital terminó, y la noche era cálida. Me quedé allí mismo, parado, viendo salir a la gente, pensando que si me mataban, que fuera allí mismo, cuando una chica me pidió fuego. Yo no fumaba. Pero de pronto, de la nada, apareció un encendedor en mi bolsillo.

La aparición del encendedor me asustó. ¿De dónde había sacado yo un encendedor? Tal vez era un pantalón que no usaba hace tiempo, y ella, mi ex novia, había dejado allí el encendedor de otro, de aquel con quien se había marchado, porque ella tampoco fumaba.

El otro era su “superior” en la escala jerárquica. Le encendí el cigarrillo a Gertrudis, y le pregunté qué tal había estado el recital. Gertrudis era muy bonita. No era la belleza despampanante de mi ex novia, pero era también muy bella y muy dulce. Me sentí bien apenas me habló.
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Toca Charly

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Charly, días atrás en el Colón, en medio del espectáculo de Pedro Aznar. (Martín Bonetto).
Su última presentación en el Gran Rex fue el martes 18 de diciembre. Después, sorprendió en el Colón hace unos días, el 13 de febrero, con el reencuentro de Serú Girán, cuando Pedro Aznar, anfitrión de la reunión, lo invitó al escenario junto a David Lebón. Ahora, se anunció que hay nueva fecha de show para Charly García en el Rex.

El ícono del rock nacional abrirá el año de presentaciones propias en Buenos Aires con el espectáculo La Torre de Tesla. Será el próximo miércoles 27, a las 20.30.

Desde 2018 Charly inauguró la modalidad de anunciar shows con pocos días de anticipación.

Aún no se anunció la banda que acompañará. En los últimos shows viene tocando con el tecladista Fabián "El Zorrito" Quintiero, el trío chileno integrado por el guitarrista Kiuge Hayashida, el bajista Carlos González y el baterista Antonio Toño Silva, y la cantante Rosario Ortega.

Con esta formación, Charly grabó Random, su último trabajo de estudio, editado en los primeros meses de 2017.

Para quienes aún no vieron La Torre de Tesla: es un espectáculo multimedia, con una escenografía que reproduce el artefacto creado por el famoso inventor, y en el que se proyectan imágenes de diversas célebres producciones de Hollywood.

La venta de entradas quedará abierta el próximo lunes 25, a las 10, en el Rex y a través de Ticketek.
En boletería es por orden de llegada, sólo en efectivo y máximo 4 entradas por persona.

Lista de precios (estimativa):

Platea Platino - $2400 + $290*
Platea Oro - $2250 + $270*
Platea Plata - $2100 + $250*
Platea Bronce - $2000 + $240*
Platea Bronce lateral - $1900 + $230*
Super Pullman fila 1 a 5 - $2100 + $250*
Super Pullman fila 6 a 10 - $1900 + $230*
Pullman fila 1 a 7 - $1700 + $205*
Pullman fila 8 a 13 - $1500 + $180*
Pullman fila 14 a 19 - $1250 + $150*
Pullman fila 20 a 24 - $1000 + $120*
Pullman (solamente fila 25) - $800 + $95*

* Service charge

Fuente: Clarín

El Blog de Charly García (hecho por DIOS)

Charly García sacudió el Gran Rex con "La Torre de Tesla"

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Charly García dio un show en el teatro Gran Rex (Christian Bochichio)
A las 20.41 del miércoles, se escuchó el piano de "De mí" y no pasaron 10 segundos hasta que las mujeres y los hombres -todavía sentados en sus butacas del Teatro Gran Rex- empezaron a cantar. Los protagonistas eran ellos y Charly García lo sabía. Así que los dejó hacer un ratito y después sí, se levantó el telón, se apagaron las luces blancas y se encendieron las del escenario. El contacto estaba hecho.

Tres minutos después, Charly estaba cantando, una vez más, "Cuando estés mal cuando estés mal, cuando estés sola…". Con "La máquina de ser feliz" se sumó a la banda Rosario Ortega, de punta en blanco. Otra vez, el contrapunto en teclados fue el Zorrito Fabián Von Quintiero al otro lado del escenario. Geométricamente opuesto y perfectamente complementario, como en los shows del año pasado.

El cantante presentó “La Torre de Tesla” (Christian Bochichio)
"El día que murió Gustavo Cerati, estaba en casa y puse un disco de Génesis al mango. Tenía mucha bronca. Una vecina me tocó el timbre y vino con la policía. Entonces yo saqué una bombita que mide los decibeles y como soy ciudadano ilustre… se tuvo que ir", contó Charly desatando el aplauso y la risa generalizada justo antes de que arranque "Rivalidad".

"Las cosas que pasan en este país… no puteen al presidente", comentó Charly de la nada. Bastó que diga eso para que la mayoría de los presentes comenzaran con el clásico cantito "Mauricio Macri la puta que te parió". Psicología inversa para anticipar "Otro" y una frase a prueba de balas: "Yo quería ser fascista pero no lo logré". Enseguida sonó "Cerca de la revolución". La línea estaba clara.
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La historia oculta detrás de tres fotos de colección del rock argentino

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Pocos son los fotógrafos que tienen registro de una de las mejores épocas del rock argentino: las décadas del ‘70 y el ‘80. Uno de ellos es Rubén Andón, quien desde temprana edad se dedica a ello y, en la actualidad, exhibe muchas en una muestra en conjunto con material de su colega José Luis Perotta (fallecido en 1989). El viernes brindará una charla donde contará detalles de las imágenes más icónicas. Antes de eso, brindó un adelanto a PERFIL.

“Son dos muestras de dos fotógrafos que trabajamos desde los años ‘70 con bandas de rock. La muestra de José Luis es muy buena y la mía tiene algunas perlitas, porque lo que más me preguntan es cómo hice ciertas fotos de tapas de discos porque estamos hablando de una época donde no había photoshop”, contó Andón, quien en sus comienzos fue colaborador de la emblemática revista Pelo. “Tengo mucho material pero en la muestra hay sólo 35. Por eso, llevo algunas inéditas para proyectar, como por ejemplo una de Charly García vestido de mujer”, agregó.

Spinetta antes de salir a un concierto en Tapiales. FOTO: Rubén Andón
Spinetta. “Tengo fotos de Luis Alberto en su casa, con su hijo Dante de apenas un año tocando la guitarra; de su hija Catarina en brazos de su madre Patricia. Obviamente estas se las di a ellos porque considero que son fotos familiares y nunca las publiqué. Le saqué esas fotos, que eran para una revista, un día que fui a tomar el té a la casa y nos quedamos conversando. Cuando él daba sus conciertos, yo iba a los camarines y también le sacaba fotos. Una de ellas la mostré hace poco porque me quería dar el gusto y es una en la que estoy jugando al ajedrez con Carlos 'Machi' Rufino y está Luis sentado al lado mío. Es de 1974. Estaban esperando su turno para tocar en un festival en Tapiales, pero por lo general ese material lo tengo guardado".

Foto original de la tapa del disco "La grasa de las capitales" de Serú Girán. FOTO: Rubén Andón
Sobre la portada de “La grasa de las capitales". Se trata del segundo álbum de Serú Girán (1979). En la portada se ve a los cuatro miembros de la banda: Pedro Aznar; David Lebón; Charly García y Oscar Moro, caracterizados por diferentes estereotipos. De esta sesión, Andón recordó: “Es una de las fotos más icónicas porque es un disco muy emblemático del rock nacional por el mensaje un poco revolucionario contra los medios establecidos de ese momento. En esa foto están cuatro grandes. Era una época en la cual no teníamos presupuesto y no existía la producción, no había maquillador ni vestuarista, por eso todo lo resolvíamos con lo que teníamos a mano, de hecho, el vestuario se armó con lo que cada uno llevó en un bolsito con cosas que consiguió en la casa. La idea ya la tenía muy clara Charly, quería hacer una foto como las de fin de año de la revista Gente. Usamos un bidón del laboratorio que se utiliza para el fijador, necesitábamos un portafolio y ese día estaba el contador en el estudio y se lo robamos temporariamente para la foto y es el que usa Pedro. Pequeños detalles que para el fan del rock son perlitas grosas. Saqué 5 rollos, casi 100 fotos, pero la gente conoce una que es la que se publicó, por eso en la charla voy a estar mostrando algunas de las otras”.

Gira de PorSuiGieco. FOTO: Rubén Andón
PorSuiGieco, la gira. “PorSuiGieco se trató del momento donde se juntaron León Gieco; Sui Generis y Raúl Porchetto con motivo de armar una editorial para sus discos, pero como eso no prosperó, decidieron salir de gira a tocar juntos. Yo fui a esa gira y el día que arrancó, subimos todos con los equipos a un micro, nos sentamos y acomodamos y ahí el chofer del nos dice ‘esto no arranca, muchachos hay que empujar, todo el mundo abajo a empujar’. Esa es la foto que arranca la gira, lo ves a León Gieco, Nito Mestre, Raúl Porchetto. Saqué la foto y me puse a empujar”.

Andón fue también el encargado de las fotos del disco Metegol de Raúl Porchetto, con quien mantiene una gran amistad, y cuyo material fue recientemente reeditado por el Instituto Nacional de la Música (INAMU). “En esta reedición, apareció una lámina nueva que en la original no estaba. Raúl me pidió que busque algo como un ‘bonus’ y me pongo a revisar los negativos originales de esa época y aparece un rollo donde ellos se disfrazaban y hacían monigotadas y le dije ‘mirá, esto es maravilloso’. La tapa de Metegol tiene una característica y es que de cualquiera de los dos lados es para, porque siempre se coloca del lado derecho y vos tenés la tapa con ellos serios de un lado, muy sonrientes del otro. Eso pasó porque estábamos indecisos, entonces le propuse hacer una tapa doble. En ese momento veía que en las disquerías tenían las bandejas con las vidrieras y en unas aparecían serios y en otra no, cada uno elegía la tapa que más le gustaba". 

Tapa del disco "Metegol" de Raúl Porchetto. Foto: Rubén Andón
De otro tiempo. "En los años ‘70 nos juntábamos en las casas de amigos a escuchar el long play que recién había salido y nos pasábamos la tarde tomando mate, escuchando el disco y mirando la tapa. Queríamos que viniera con las letras de las canciones porque queríamos también ver si había fotos extras. Hoy eso se ha perdido”, lamentó Andón al referirse al vínculo que unía a músicos de ese momento con los fotógrafos. 

Posible libro. Ante la cantidad de material inédito que tiene en su archivo, y consultado por PERFIL acerca de si existe la posibilidad de concentrarlo en un libro, el fotógrafo aseguró: "Es algo caro para hacerlo uno solo, para hacer impreso con la calidad que merece uno de fotografía, por ejemplo uno de Richard Avedon cuesta casi 5 mil pesos, quiere decir que tiene un costo muy caro. Me encantaría hacerlo pero por ahora no se puede. Cada vez que expongo sumo fotos nuevas. Las fotos de esta época son parte de la cultura porque los rockeros forjaron, no sólo la cultura musical, sino las creencias de una juventud que estaba pasando una etapa muy difícil en el país. Reconocías tu forma de pensar en las letras de las canciones y las hacías propias".

La muestra. “Testigos del rock”, es una muestra que se exhibe en el Complejo Municipal El Patio (ubicado en calle 149 entre 15 y 15 A, en Berazategui) y tiene como protagonistas a Andón y Perotta. El acervo fotográfico de éste último fue recuperado a finales de 2015 por el Museo de la Ciudad de Buenos Aires a cargo del Ricardo Pinal Villanueva, quien ordenó la organización de los archivos y la digitalización del mismo. El viernes 1 de marzo a las 19, Andón brindará allí una charla donde además mostrará material inédito.

Ambos profesionales estuvieron a cargo de tapas de discos de rock argentino de las décadas del ‘70 y el ‘80; además de afiches de recitales y revistas de revistas como Expreso Imaginario, Pelo, Pinap. Charly García; Raúl Porchetto; Sui Generis; Serú Girán; Luis Alberto Spinetta: Los Gatos, Vox Dei, Pappo, Almendra, Nito Mestre, Fito Páez, Los Abuelos de la Nada, Mercedes Sosa, entre muchos otros artistas, pasaron por sus lente.

Por Florencia de Sousa

Fuente: Perfil.com

El blog de Charly García (hecho por DIOS)

No se banca más

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Los neurólogos deben tener muchas maneras de explicarlo, pero uno prefiere quedarse con la magia. La magia y la casualidad. A la hora de salir a la calle echás un vistazo al reproductor para elegir qué sonará en los auriculares en el camino al trabajo. Te acabás de bajar una versión FLAC de Grasa de las Capitales tomada de un vinilo original que, claro, suena mucho mejor que la horrible edición en CD de sonido fluctuante, como si fuera una cinta de casete algo estropeada. Es un día gris. Charly, David y Pedro unen sus voces: “Qué importan ya tus ideales / qué importa tu canción...”. Y chau. Ya no estás acá, ya no estás ahora.

Seru Giran fue una aventura de solo 4 años, pero dejó un surco inevitable para todo el que quiera entender de qué hablamos cuando hablamos de rock argentino. Rock “nacional”, como se le decía entonces (ya volveremos sobre eso). El segundo disco es quizá el que tiene mayor ligazón estilística con La Máquina de Hacer Pájaros, esa otra genialidad encabezada por García, que un día fue a ver a Crucis y archivó por completo a Sui Generis. Charly le birló el sonido y al bajista José Luis Fernández, pero a La Máquina le sumó su gigantesca antena para las canciones. Cosas que uno ha charlado decenas de veces con amigos tan enfermos de melomanía como uno. Boludeces.

Lo importante es lo que acaba de evaporar todo anclaje temporoespacial. Un Lebon enorme cantando la fábula de San Francisco y el lobo que promete volver a ser feroz, un rayo en la oscuridad; Charly diciendo que sabe que te encanta caretear, ser aceptada donde te odian más; David otra vez, como si hablara de la radio mainstream de hoy, tanta música absurda, los tiempos que están huecos de emoción.

No sabés cómo –no te interesa tampoco– pero ya no es esta Buenos Aires siglo XXI sino la Aires Dudosos de comienzos de los 80, con los milicos en la Rosada y el olor a miedo en las calles. En los bailes sonaba música “bolichera”, pero a la hora de los lentos siempre estaba “Viernes 3 AM”. Curiosa combinación de tema ideal para intentar rascar con una chica (sí, niñes, decíamos “rascar”) y también para el corchazo, literal. “Viernes 3 AM”, el tema donde un tipo se llevaba el caño a la sien y –apretando bien las muelas– gatillaba no una sino tres veces, bang bang bang. Se bailaba eso, sí, y otras líricas deprimentes como “La Navidad de Luis” o más adelante “Era en abril”; por suerte “Catalina Bahía” iba por el lado calenturiento. A la luz de hoy suena a elecciones deformes para una fiesta, pero en aquel segmento de los lentos los disc jockeys parecían hacer una declaración de principios, una cuña en el silencio oficial. Pedro y Pablo estaban prohibidos por la dictadura. El rock no era de uso popular, era una contraseña entre descastados de hogares donde había discos de Raffaella Carrá y Julio Iglesias y Village People.

“El rock nació mal”, tiró Charly una vez, agudísimo por enésima vez. En la Pelo y en la Expreso se leían los términos “rock nacional” y así lo llamábamos, pero con el tiempo empezó a parecer algo rancio. Quizá fue el Festival de la Solidaridad Latinoamericana, cuando el Proceso de Reorganización Nacional apestó la palabrita. Por lo demás, lo nacional puede referir a cualquier nación. Rock argentino destila otra energía.

Todas esas cosas te vuelven mientras mirás por la ventanilla y empieza el lado B. En diciembre de 1992, Seru Giran dio el primer show de su regreso en el Chateau Carreras de Córdoba; cuando David arrancó con “Esta oscuridad, esta noche de perros...”, detrás del escenario, a lo lejos, un rayo gigante quebró el cielo. Quizá por lo sublime del momento, no volvieron a tocarla, ni en Rosario ni en River. Igual ya era otro Seru: lo de esos cuatro años era irrepetible, no se podía replicar la leyenda iniciada en Buzios en 1978 y terminada en el Obras de marzo de 1982.

Justo cuando la Guerra de Malvinas le abrió las puertas de la difusión a los descastados, Seru no estaba más. Pensás en eso cuando Charly te canta en los oídos que nunca tendremos raíz, nunca tendremos hogar y sin embargo ya ves, somos de acá.

De acá, del limbo al que nos conducen los auriculares DeLorean. Ese tipo de rulos en los asientos de al lado bien podría ser aquel hermano mayor de un amigo, el fanático de la bolichera que sentado en su Taunus se reía de que te gustaran Charly y Spinetta. El que compraba discos de enganchados en Gapul mientras vos te babeabas en El Agujerito. Es curioso porque no te sentís viejo. Bueno, un poco sí, pero –acaso los neurólogos puedan explicarlo, etcétera– en realidad el efecto es el contrario. Todo se encadena en un raro frenesí, de sensaciones anudadas en las que no cabe el análisis racional. Te acordás de la piba que te dijo que sí cuando la invitaste a bailar justo cuando empezaba “Catalina Bahía”: fue en la Hebraica de Sarmiento, al final no hubo “labio sobre labio sobre labio...” pero sí un reencuentro en Macabi o en Bet El un par de semanas después. En la era previa a los atentados, las instituciones de la cole conformaban un circuito atractivo. No había piñas por cualquier pavada como en los boliches caretas (“Me miraste mal”), siempre había más chicas que varones, la entrada era más barata. El Circuito Randall, le decían con tus amigos moishes, que sabían que estabas bautizado pero te habían adoptado como un judío más. Randall era Steve McQueen en la tele, el justiciero de la carabina recortada.

A lo que pasaba en clubes y colegios, en el Circuito Randall o en Ferro o en Arquitectura, no se le decía fiesta sino baile: a los milicos les gustaba que la gente bailara, pero no que estuviera de fiesta. Los rockeros en general desconfiaban de todo lo que oliera a boliche, y vos no lo entendías porque te gustaba ir a recitales pero también conocer chicas en un baile. Cuando Seru llegó de Brasil e hizo una parodia disco en el Luna Park, el público se lo tomó en serio y los rechifló. “La grasa de las capitales”, el tema, tiene un pasaje inconfundiblemente disco. Pero a esa altura ya eran intocables, o casi.

A esa altura es que te tenés que bajar del bondi, y de todos modos ya terminó la “Canción de Hollywood”, el infinito en Cinerama, tiempo de meditación. La realidad se te cuela vía Twitter, eso que sería incomprensible para quien entraba a la Alex de Flores a comprarse el nuevo de Seru: la escuela Sourigues, donde hiciste la primaria, suspendió las clases porque está infestada de ratas. Dicen que alguien del Gobierno porteño sugiere llevar dos gatos. El presente y el pasado chocan de frente, pero la frase que te rebota en la sesera es la misma.

No se banca más.

Por Eduardo Fabregat

Fuente: Página 12

El blog de Charly García (hecho por DIOS)

Charly García deslumbró a sus fans en otra noche histórica en el Gran Rex

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Ph: Chule Valerga
Ya llega aquel examen del bien y el mal,
ya llegan las noticias cruzando el mar…
¿No ves?, que el mundo gira al revés,
mientras miras esos ojos de videotape…

La tentación de transcribir completa la letra de "Ojos de videotape" está latente. Las ganas de volverla a cantar con todas las fuerzas también. Es que este tema del exitoso Clics Modernos (1983) es uno de los más lindos de toda la carrera de Charly García. Uno de los que más gusta y de los más pegadizos.

Sepan disculpar si el periodista se emociona cuando escribe estas líneas. Pero créame si no estuvo en el Gran Rex: fue un momento mágico que hizo que se le ponga la piel de gallina a más de uno.

El ex Sui Géneris volvió a presentar "La torre de Tesla" y desató la locura de sus fans con un show que duró una hora y media. Acompañado -como de costumbre- por Kiuge Hayashida, en guitarra; Carlos González, en bajo; Toño Silva, en batería; Fabián "El Zorrito" Quintiero, en teclados, y Rosario Ortega, en coros; dejó todo en otra noche mágica, inolvidable e histórica.

El show comenzó a las 20:50 con "De mí", canción que viene interpretando en sus últimos conciertos con guitarra eléctrica en mano. Luego llegó el turno de intercalar los temas "históricos" con los de Random, su último álbum. Es por eso que "La máquina de ser feliz" rápidamente se hizo lugar para posteriormente darle paso a la primera gran ovación de la noche.

"Buenas noches Argentina", lanzó el protagonista de la velada y el público explotó con un contundente: "Olé, olé, olé, olé… Charly, Charly". "Dios bendiga la rivalidad", expresó el artista segundos antes de cantar otra pieza de su último disco: "Rivalidad".

Luego llegó el turno de un clásico que desató la segunda ovación de la jornada: "Yendo de la cama al living". Como respuesta a estos nuevos aplausos, el músico agradeció en francés: "Merci beaucoup". A esa altura de la noche, el clima era de fiesta en el teatro y todo lo que se expresaba arriba del escenario impactaba con alegría en un público dispuesto a disfrutar de otro encuentro con su héroe.

"Sos el mejor del mundo Charly", gritó un fanático desde la platea y el ex Serú Girán no demoró en contestar: "Ya sé". Otra ovación más. Se notaba que la estaba pasando muy bien.

Una soberbia interpretación de "In the city" hizo que el propio García se preguntara y respondiera: "¿Les gustó? Está bueno". Inmediatamente llegó el turno de "Cerca de la revolución" y ya no quedó ningún espectador sentado en su asiento. La locura era total.

Con el correr de los minutos, era evidente que la noche pintaba para ser más larga que las anteriores en las que el músico se había presentado en el último tiempo. Daba la sensación que no estaba cansado y su buen humor ayudaba seguramente para que se sienta bien y cómodo frente a su teclado.

"Salud", manifestó Charly antes de tomarse un respiro y un poco de agua. "Y… ahora una canción que le dicen 'King Kong'. Pobrecito, se enamoró de una enana así", dijo haciendo el gesto de "chiquitita" con su mano. Otra vez risas en el público.

Con la idea de seguir intercalando canciones nuevas con las más antiguas, apareció "Lluvia", uno de los éxitos de Random. Sin embargo, en este recital -a diferencia de otros-, el artista se inclinó por hacer más temas "viejos".

Es por eso que siguió una seguidilla de clásicos de todos los tiempos: "Parte de la religión", "No llores por mí Argentina", "Cuchillos", "Canción de 2×3" (otro momento alto de la noche), "El aguante" ("Este es el aguante. Esto es rock and roll", disparó), "Rezo por vos", "Demoliendo hoteles" y "Nos siguen pegando abajo".

Hasta ahí se había cumplido una hora exacta de show. A las 21:50 Charly dijo: "Buenas noches, feliz Navidad. Dios los bendiga". Y se corrió el telón. Las dudas sobre si iba a continuar -teniendo en cuenta los antecedentes- estaban instaladas pero rápidamente quedaron atrás. A las 22:00 se abrió la cortina nuevamente y el hombre del bigote bicolor apareció junto a Roberto Pettinato para hacer "Happy and real".

"Dale Petti", le dijo en el medio de la canción para alentar al saxofonista y desató las carcajadas de la gente. Se notó algunos desacoples entre ambos pero fueron subsanados con humor y elegancia.

Luego Charly se puso "heavy" y, con guitarra en mano de nuevo, hizo "Break it up", un rock pesado del disco Kill Gil (2010). "La última canción que hice", expresó, aunque sabemos que en estos nueve años compuso más temas.

Después cantó "El día que apagaron la luz" e hizo un pedido especial: "Tenemos que grabar a la gente". A Charly lo conmovió el cariño del público y no pudo disimular su emoción. Pero aún faltaba más: "I'm not in love", "Asesíname", "Ojos de videotape" y "Total interferencia" fueron los últimos cuatro temas hasta que se corrió definitivamente el telón.

Un párrafo aparte merece "Ojos de videotape", mencionada al comienzo. Fue una interpretación conmovedora de un tema conmovedor que no suele tocar en vivo últimamente. Y por eso emocionó. En tiempos donde vemos que "el mundo gira al revés", el gran Charly "lo enderezó" por un rato con su arte y nos regaló otra noche mágica que quedará en la historia.

Por Gastón Calvo

Fuente: Infobae

El blog de Charly Garcia (hecho por DIOS)

Charly García vuelve a Chile

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Con una carrera llena de hitos, parte de agrupaciones históricas como Sui Generis, La Máquina de Hacer Pájaros y Serú Girán, y millones de discos vendidos en todo el mundo, Charly García es una leyenda viviente del rock argentino y este 2019 tendrá su esperado regreso a nuestro país.

La vuelta ocurre después de seis años con fecha programada para el 13 de junio en Movistar Arena.

«La Torre de Tesla» es el nombre del espectáculo de Charly García que saldrá por primera vez de Argentina, para presentarse en tierras nacionales y que incorpora todos los éxitos que lo han posicionado como el genio de la región.

La banda con la que llega la componen el trío de chilenos Kiuge Hayashida (guitarra), Carlos González (bajo) y Antonio Silva (baterista), junto a Rosario Ortega en voz y Fabián Zorrito Quintiero en teclados.

Los éxitos que podrás escuchar
Charly García es responsable de un cancionero sin par en la música latina. Ejemplos de esto son “Demoliendo hoteles”, “Nos Siguen Pegando Abajo”, “Yo No Quiero Volverme Tan Loco”, “Promesas sobre el bidet”, “Los Dinosaurios”, “Yendo de la cama al living”, “Cerca de la revolución”, “No Voy en Tren”, “Hablando a tu corazón”, “Tu Amor”, “Buscando Un Símbolo De Paz” y “Rezo por vos”.

Su set ofrecerá una selección de algunas de sus grandes canciones y material más recientes, como su último trabajo discográfico “Random” (2017), con el destacado sencillo  “La máquina de ser feliz”.


Venta de entradas
Las entradas para la histórica vuelta de Charly García a los escenarios chilenos estarán disponibles, para venta general, desde el mediodía del viernes 17 de mayo, por Puntoticket y puntos de venta físicos en Tiendas Hites y Cinemark habilitados de todo Chile.

Para los clientes de Banco de Chile habrá una preventa exclusiva el miércoles 15 de mayo.
• 20% de descuento pagando con tarjetas del Chile 3, 9 ó 12 cuotas sin interés. Máximo 6 entradas por cliente.
• Paga hasta un 25% del valor total con Dólares-Premio.
• Hasta agotar stock de 4 mil tickets.



Fuente: Rock and Pop

El blog de Charly Garcia (hecho por DIOS)

El día en que los Beatles salvaron a Charly García

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En 1964, el joven Carlitos García, entonces un prodigioso estudiante de piano que detestaba la música popular, escuchó a una banda que, confesó años más tarde, cambió su vida: los Beatles. Su gusto por la obra del grupo le ha llevado a grabar algunos covers, incorporar algunas de sus técnicas, e incluso se dio el gusto de tocar con Tony Sheridan, quien tuvo a los de Liverpool como banda de acompañamiento antes de la fama.

“Siento desconsuelo. O sea, cuando me enteré estuve llorando casi todo el día. Al principio no sabía por qué estaba llorando, y después a medida que estaba dando cuenta de lo que había pasado… John Lennon para mí fue como un padre musical, un padre espiritual alguien que me indujo a hacer música, que me mostró un camino, alguien que reconocía sus errores, alguien que tenía la cabeza más adelantada que la gente de su época. Él fue lo más grande que hubo en música desde hace mucho tiempo”. Con estas palabras, Charly García manifestó a la TV pública de Argentina su impresión cuando se enteró del asesinato del Beatle a manos de Mark David Chapman, en 1980.

Para el creador de “Nos siguen pegando abajo”, no se trataba de cualquier muerte. Según detalla Sergio Marchi en su biografía No digas nada: Una vida de Charly García (1997, Debolsillo), el de Liverpool era su ídolo. Más aún, el descubrimiento de su banda madre, The Beatles, en 1964, marcó la vida del joven estudiante de piano Carlos García; lo sacó del camino de los serios salones del Conservatorio, para explorar la música popular, de la que no se separó nunca más.

“Lo primero que escuché de ellos fue ‘There’s a Place’ [tema incluido en el álbum debut Please, Please, Me]”, detalla el músico en el texto mencionado. “Me volví loco: pensaba que era música marciana. Música clásica de Marte (…) Me dí cuenta de lo que pasaba con las cuartas -un intervalo de cuatro notas- y un par de cosas interesantes mas. Y ahí, ¡kabooom!, acabó mi carrera de músico clásico (…) Yo tocaba música clásica todo el día, y la música popular me daba asco, no entendía nada “, agrega.

A un nivel más profundo, lo que sucedió es que los Beatles le dieron a García la respuesta para una inquietud muy personal.  En sus años de joven prodigio del piano, el trasandino tenía aspiraciones como compositor, pero debió guardárselas a sugerencia de su profesora.

“Comencé a componer cuando cumplí nueve años (…) más tarde quise hacerlo en serio, pero mi maestra, que era una divina aunque muy aferrada al catolicismo y a la música clásica, me hizo sentir que no había lugar para mí en eso (lo clásico). Que podía, sí, ser un buen concertista, pero no un creador. Y es ahí cuando llegan los Beatles”, detalla el ex Seru Girán en el volumen citado.

Al conocer al cuarteto, él entendió que sí, podía ser un creador. “Enseguida comprendí el mensaje: ‘tocamos nuestros instrumentos hacemos nuestras canciones y somos jóvenes’. Para mi época y mi formación, eso era muy raro”, se explaya en la biografía.

“Los escuchaba donde podía, porque para mí era como imposible tener un disco de los Beatles”, contó años más tarde a Rolling Stone. “Escuchaba sólo lo que había en casa, discos de 78 y long plays, que hacía muy poco que habían aparecido. Y el primer simple que me compré no fue un simple sino un doble. Tenía ‘Twist y gritos’, ‘There’s a Place’ y dos más. Fui a la disquería y dije: ‘Déme un disco de los Beatles’, y me dieron ése. Cualquiera que me hubieran dado lo hubiera comprado”, detalló.

Consultado por los periodistas de la dicha revista si en la época quiso imitar el clásico look de los ingleses -los boots, el corte de pelo, etc-, el ex Sui Generis, afirmó: “Sí, y me costaba un huevo porque las botas eran dificilísimas de conseguir. Vi unas en el Once que eran como tres números más chicas y me las compré igual, y sufrí como una madre”.



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Charly García: un regreso con fervor y cariño

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El astro argentino colmó el Movistar Arena repasando algunos de sus mayores clásicos y canciones de su regreso discográfico, Random. El público, feliz.
Los aprontes presagian una gran cita. Charly García toca guitarra mientras espera salir a escena esta noche de jueves en Santiago. En el último ensayo de los tres que hizo desde que llegó el sábado a Chile, se cuenta que se puso a bailar en el escenario sorprendiendo a su equipo. La puntualidad es otra seña de que este retorno puede ser memorable. Se rumoreaba que aparecería a las 21:40 en el Movistar Arena para un show sin tickets disponibles, sin embargo se adelantó siete minutos arrancando con “De mí” en esta escenografía presidida por una gigantesca estructura que da nombre al espectáculo como La Torre de Tesla.

El sonido no es de los mejores para ese primer corte mientras Charly canta “no te olvides de mí porque sé que te puedo estimular”, como una especie de advertencia de lo que vendrá. Es cierto. Charly García aún puede seducir a miles de personas de distintas edades -sorprendentemente todavía engancha mucha gente relativamente joven-, aunque su voz ni la figura son las mismas. Se apoya notoriamente en el desempeño de Rosario Ortega, la cantante que se lleva una buena parte del peso en cada canción, en particular durante los coros. Pero hay una diferencia notoria con el pasado del argentino, sobre todo su versión de los 90 y comienzos de 2000. Ya no caben rabietas ni acciones intempestivas sobre instrumentos y equipos. Así las canciones fluyen sin mayores problemas.

Al turno de “La máquina de ser feliz”, uno de los títulos de su último álbum Random (2017) el sonido mejora notoriamente y el concierto arranca definitivo con esta banda que mezcla músicos argentinos y chilenos contando al experimentado Fabián Quintiero, con quien Charly enhebra diálogos musicales de una libertad que colinda con el jazz.

Por la pantalla desfilan imágenes de 2001 Odisea en el espacio de Stanley Kubrick y serán secuencias de cintas clásicas las que adornarán varios momentos de la noche. Aún no termina “La máquina de ser feliz” y el público irrumpe en un masivo aplauso. El corte concluye y Charly dice “gracias” humildemente. Hace una pausa y agrega mostrando ese filo característico “ahora empiezan las canciones más picantes”. Parte “Rivalidad” con escenas sobre el ring de Toro Salvaje de Martin Scorsese. Comienzan los diálogos musicales con “Zorrito” Quintiero. Se miran y sonríen cómplices.

Termina el tema y García comenta así como a la pasada “volando por los cielos de Mendoza”, destando el recuerdo de su inolvidable piscinazo. Parte “Yendo de la cama al living” y la gente corea mientras imágenes de rayos en pantalla conectan con la torre al centro. Ahora el teclado de Charly entabla conversación con la guitarra.

No alcanza a terminar la presentación del siguiente tema y el Movistar completo grita el clásico “olé-olé-olé” junto a su nombre. “Zorrito” sigue la melodía del cántico con el teclado y todos sonríen en el escenario. Sigue “In the city that never sleeps” con letra en inglés y subtítulos en la pantalla con filmaciones de Nueva York. Continúa con “Cerca de la revolución” y Charly se salta olímpicamente el coro, aunque se pasa a la guitarra sin abandonar el puesto tras los teclados. Sigue “King Kong” y su guitarra divaga. Esta vez las secuencias pertenecen a la versión clásica de la película homónima. Continúa con “Lluvia” y luego una versión algo deshilachada de “Parte de la religión”.

El ímpetu retorna con “No llores por mí, Argentina” de Serú Girán. Al turno de “Cuchillos” aparecen escenas de Charly con Mercedes Sosa en distintas etapas y el público aplaude de inmediato. Entonces surge el primer momento de la noche que en algo recuerda al viejo Charly García totalmente impredecible. Van 45 minutos de show y dice “gracias, hasta la próxima… sí, vamos a tocar una más”. Fue solo una amenaza para arremeter con “El Aguante” con su carcasa de blues rock endurecido en una intensa versión.

Los primeros acordes de “Rezo por vos” desatan las voces del público coreando la característica melodía del teclado, seguidas de otros dos clásicos mayores de su irrupción solista en los 80 como “Demoliendo hoteles” y “Nos siguen pegando abajo (pecado mortal)”.

El bis consideraba al menos otra media hora de música del ídolo argentino de 67 años que a pesar de la merma física aún es capaz de montar un espectáculo sólido, donde se da el lujo de dejar fuera una buena cantidad de canciones históricas. La energía de la noche y el cariño fervoroso del público pueden augurar que este no será el adiós como una parte de la audiencia asumió este reencuentro, sino retomar la saludable tradición de sus visitas.

Por Marcelo Contreras

Fuente: La Tercera

El blog de Charly García (hecho por DIOS)

Charly García volverá a tocar en el Luna Park después de siete años

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Charly García, durante su último concierto en mayo de este año, en el teatro Gran Rex Crédito: Patricio Pidal / AFV

Charly García vuelve al Luna Park para presentar La Torre de Tesla. Miércoles 7 de agosto a las 20.30. Entradas a la venta desde mañana, jueves 1 de agosto". Así de escueto y directo fue el mensaje que el músico difundió a través de sus redes sociales para confirmar lo que desde hace unos días ya era un rumor: el regreso de García a uno de los estadios emblema de su carrera, desde aquellos históricos conciertos de Adiós Sui Generis, en 1975 hasta su último show en el "Palacio de los Deportes", en septiembre de 2012, con la excusa de presentar el box set 60x60.

En los últimos dos años, García anunció sus shows con apenas uno o dos días de anticipación, pero en esta oportunidad, por ser un estadio con mayor capacidad, se lanzó a la venta una semana antes. Así y todo agotó en un par de horas todas las entradas que salieron a la venta por TicketPortal y en la boletería del Luna Park, en este segundo eran por orden de llegada y con un máximo de cuatro por persona, es por eso que hubo fanáticos acampando desde la noche anterior.

La semana pasada, el productor cordobés y consejero de Charly, José Palazzo, había escrito en su cuenta de Twitter: "Anoche visité a Charly García. Me dijo que quiere tocar en el Luna Park. Y que tiene ideas". Hoy finalmente se confirmó lo que, seguramente, el músico viene preparando desde hace algunos meses. La última presentación del espectáculo que el músico dio en llamar La Torre de Tesla fue en mayo pasado, en el teatro Gran Rex.



Cuatro shows históricos de Charly en el Luna Park:
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Charly García hizo temblar el Luna Park

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Charly abrió la noche igual que en la despedida de Sui Generis, con Nito e "Instituciones". Ph: Julio Mancini
Después de que el telón se cerró, esta vez definitivamente, por más que prosiguió el arengue para que saliera para una más, los Prostitution continuaron tocando. Su líder, al mejor estilo de Cristina, se despedía del público: “Gracias, chicos y chicas”. Casi al mismo tiempo que la candidata a Vicepresidenta por Frente de Todos se encontraba clausurando, junto a su compañero de fórmula, Alberto Fernández, la campaña de las PASO, los que no fueron a Rosario, y vaya que se hicieron sentir a lo largo del show, se quedaron en Buenos Aires a partir de una excusa más que tentadora e igualmente militante: ver en vivo a Charly García.

Tras su regreso a los escenarios en marzo de 2017, cada recital del icono del rock argentino se convirtió en una experiencia profunda y de resultados imprevisibles. Pero una vez que los atavió con el título de La torre de Tesla empezaron a causar aún más furor. La táctica es así: la fecha se anuncia de forma intempestiva, las entradas se agotan en cuestión de dos o tres horas, y entonces solo resta esperar por la aventura.

A contramano de lo que sucedía en el ocaso de la era Say No More, en la que sus recitales estaban atravesados por el caos, García, pese a su delicado estado de salud, fue recuperando en este período su nivel performático. Por eso, luego de la queja de algunos fans de que nunca podían conseguir entradas para verlo en el Gran Rex, decidió regresar al Luna Park.

La idea surgió en noviembre de 2018, en la escala porteña del jazzista estadounidense Herbie Hancock, al que ex La Máquina de Hacer Pájaros conoció en la previa de su actuación en ese estadio. De hecho, le regaló un vinilo de uno de los discos de ese grupo, Películas (1977), durante esa reunión. Sin embargo, lo que más motivaba a Charly para volver a ese aforo, que nunca le fue ajeno -amén de consumar ahí la despedida de Sui Generis, sirvió para la presentación de algunos de sus discos, con cumbres como la de Piano Bar-, fue su exitoso reencuentro con la capital chilena. En el otro lado de la Cordillera, en junio pasado, actuó en el Movistar Arena ante 12 mil personas, en lo que fue su mayor convocatoria hasta ahora y primera expedición foránea en mucho tiempo.

De manera que en la noche del miércoles García retornó al Luna Park, a siete años de su último show ahí. Y lo hizo de la forma más inesperada: inaugurando su repertorio con “Instituciones”, clásico de Sui Generis para el que invitó nada menos que a su ex media naranja en esa agrupación, Nito Mestre. Justamente con ese tema comienza Adiós Sui Generis (1975), disco en vivo que registró la despedida del tándem y a la vez demostró al medio argentino el poder de convocatoria que había alcanzado el joven rock.

Pero para despejar cualquier síntoma de hipoglucemia nostálgica, el artista respondió seguidamente con contemporaneidad al alimentar el “minimalismo Casio” de “De mí”, tema con el que venía abriendo los últimos shows de La torre de Tesla, con sondas de canción pop. Al que le secundaron, para que no quede ninguna duda de que Charly vive en la Cuarta Revolución Industrial, “La máquina de ser feliz” y “Rivalidad” (del más reciente Random,2017), en los que puso a prueba la adaptación del espectáculo que venía presentando teatros en un escenario más grande.

Si en “Yendo de la cama al living”, donde las pantallas aludieron al llamado “Gol del siglo” (el segundo que le marcó Maradona a los ingleses en el Mundial de fútbol de 1986), la audiencia volvió a apropiarse de uno de los clásicos de García, en “Cerca de la revolución” el Luna Park casi se vino abajo. Especialmente ahora, que se empezó a correr la bola de que el Arzobispado porteño, dueño del lugar, quiere venderlo a un grupo inversor europeo.

Pero entre un tema y otro apareció “In the City That Never Sleeps”, en el que el ídolo demandó: “¿Qué pasó con las luces?”. Aunque no tuvo que apelar a la verborragia para alcanzar la hora y media de show, García anduvo lúcido y expeditivo. Lo demostró en la introducción de “King Kong”, cuando una chica del público, en medio de la presentación del tema, le exclamó: “¡Te queda chico!”, en referencia al predio. A lo que él respondió: “Tenés razón”. La canción del disco Kill Gil (2010) estuvo escoltada por otra del repertorio de Random, “Lluvia”, y por la que titula a Parte de la religión (1987).
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Reunión cumbre: Charly García, David Lebón y Pedro Aznar

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En el marco de la recuperación del catálogo de Music Hall, realizada por el Instituto Nacional de la Música (INAMU), se gestó el histórico encuentro de Serú Girán con motivo de la reedición especial en vinilo del disco La grasa de las capitales, homenaje a 40 años de su publicación.

En un emotivo encuentro, Charly García, David Lebón y Pedro Aznar (con el recuerdo de Oscar Moro) realizaron un video a través de sus redes sociales, donde hablaron y escucharon la reconstrucción del audio realizada por Aznar y masterizada por Ariel Lavigna.

En el video se puede apreciar la calidad del audio, que impresionó a los mismos músicos, lograda a través de un trabajo minucioso a partir de las cintas de época. Esta edición especial en vinilo, que tuvo la coordinación de producción del INAMU, estará disponible en diciembre editada por Zarpa y 300 Producciones.


La transmisión, que se emitió a través de las cuentas de los músicos de manera simultánea, alcanzó miles de reproducciones, “me gusta” y comentarios.

“La obra de Serú merece ser reeditada con un audio de excelencia para que todos sepan cómo sonaba la mejor banda que pisó estas tierras”, decía un usuario; mientras que otro subrayaba: “Qué maestros, qué trabajo excelente hizo Pedro Aznar, y haberlo compartido habla de su humildad y generosidad de persona, que solo la tienen los grandes maestros”. Todos los comentarios fueron positivos y hay una gran expectativa por la salida de la reedición.

A los músicos se los vio distendidos, de buen humor y haciendo chistes, demostrando que la química sigue presente entre ellos. “Vinimos por el vinilo”, dijo Charly sentado en un sillón, mientas Aznar contaba de qué se trataba el encuentro y Lebón sonreía.

La grasa de las capitales (1979) fue un trabajo en el que se hizo una dura crítica de la sociedad argentina, hecho que convirtió a la obra en uno de los discos conceptuales más exitosos del rock argentino. "Habíamos compuesto ese disco para ir al choque directamente. Las canciones eran más pesadas, más contestatarias. Había que salir de la grasa, de la mediocridad”, afirmó Charly en varios reportajes cuando le preguntaron por ese álbum.

En la portada del disco, que quedó en la memoria de todos, Pedro Aznar era el oficinista, David Lebón el rugbier, Oscar Moro el carnicero; y Charly el empleado de una estación de servicio, en lo que se trataba de una crítica a las petroleras.

Sobre la recuperación del Catálogo de Music Hall

El Instituto Nacional de la Música recuperó el histórico catálogo discográfico que perteneció a Sicamericana, sociedad anónima que se desempeñaba comercialmente a través de los nombres Music Hall, Sazam y/o TK. Este catálogo, que cuenta con más de 2.500 discos nacionales, estuvo paralizado dentro de un proceso judicial de quiebra desde 1993. A partir de ese año, y hasta la acción del INAMU, los discos estaban imposibilitados de ser reeditados, impidiendo también que se generen recursos económicos para sus intérpretes, pese a que ellos fueron quienes realizaron esas grabaciones.

El INAMU afirmó que uno de sus objetivos en la recuperación de tan importante patrimonio de la cultura Argentina es que los intérpretes principales de estos álbumes puedan administrar la reedición de los mismos en el formato de comercialización que deseen. Para esto, el instituto les otorga una licencia hasta que finalice el plazo que la Ley establece (70 años luego de fijado el fonograma).

Fuente: Infobae

El blog de Charly García (hecho por DIOS)

Charly García y Luis Alberto Spinetta: la historia del disco fallido

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Luis y Charly en la época de "Rezo por vos"
“Ellos dos siempre fueron un abrazo”, dice con su gramática inusual Aníbal Barrios. “Yo sé que García lo admiraba con locura a Luis. Y Luis a él”, confirma. “Cuando Luis se encontraba con Charly, existía como una fascinación”, cuenta Patricia Zalazar. “Había una cuestión de respeto, de cariño, de potencialidad entre ambos. Se emocionaban mucho los dos”. Las cosas no demorarían en cambiar.

En el verano de 1984, Charly García alquiló una quinta en el Gran Buenos Aires, donde sucedió el hecho que llevaría a ambos a pensar en generar un proyecto conjunto. Podría ser algo de escala galáctica. Charly hizo algo insólito: se sentó al piano y se dejó dirigir, un mando que solo podía delegar en alguien que tuviera un ascendente sobre él. Y el único dentro del rock era Spinetta. A partir de una serie de acordes encadenados, que Charly tocaba y sobre los que Luis opinaba se fue modelando “Total interferencia” , la canción que cerraría el tercer disco de García como solista: Piano bar. Fito Páez, que tocaba en la banda de Charly, reparó en la ironía de que el primer tema que hacen juntos se llamara de esa forma. Sería él quien oficiaría de productor interino de la canción, casi en reemplazo de Luis que se encontraba batallando para finalizar Madre en años luz. El tema tiene el tango de los dos, la mejor pluma del García de aquel entonces, y la estructura y modulación spinetteana. “Es un tema spinettoide”, dijo Charly. Era un augurio inmejorable.

Charly era como un vendaval; en la cúspide de sus poderes, se puso a producir más discos de lo que en verdad se podía, entre ellos el primer álbum solista de Fabiana Cantilo, devota de Spinetta. A través de Fito, que era su novio entonces, Fabi pudo acceder a Luis y pedirle una canción para su disco. Luis le dio un inédito: “Ventiscas de marzo” . Cuando fue a mostrarle a Charly lo que había conseguido, este le dijo: “No, tiene demasiados acordes”. “¡Y yo me quería pegar un tiro!”, grita Fabiana. “Porque le tenía que decir que no a Spinetta. Que con lógica se ofendió”.

Fabiana, que vivía la aceleración de sus partículas tan intensamente como Charly, no se rindió y cuando volvió a compartir una mesa con Luis Alberto, le dijo que seguía queriendo hacer un tema suyo. “Está bien”, salió del paso Spinetta. “Hacete una versión de ‘El monstruo de la laguna’ en tiempo de reggae” . “No sé cómo hice para transmitírselo al otro”, se pregunta Cantilo. “Pero lo grabamos y Luis vino a tocar. Yo estaba muy loquita y en el medio de ese disco me internaron”. Eran tiempos donde parecía que Charly y Fabiana estaban jugando una carrera mortal, pero Cantilo sobrevivió y retornó a la grabación, lo que hizo que Charly exclamara: “¡Ah, si Fabiana no se muere, yo tampoco!”.

EL LEÑO VERDADERO

El guitarrista de aquel disco de Cantilo era Richard Coleman, a quien Charly conocía de la casa de Andrés Calamaro en Palermo, donde hizo los demos de Vida cruel, su segundo disco solista, que contaría con las presencias estelares de Spinetta y García en “Vi la raya” . “Con Andrés nos hacíamos pis encima”, recuerda Mario Breuer. “Luis llegó a Panda, y me tiró un par de conceptos hermosos. Es un tema que hicimos ahí mismo en tres o cuatro horas. La parte de la letra que habla del leño verdadero, es por un porro que estaba ahí armado”. A Andrés le pareció, no sin razón, que Luis y Charly habían pensado que ellos (Calamaro, Coleman, Christian Basso y Fernando Samalea) podían ser la banda de acompañamiento del proyecto conjunto.

Como los horarios en el estudio eran contiguos, Charly le pidió a Richard que se quedara después de terminar su sesión con Andrés, para grabar guitarras en el disco de Fabiana. “Me quedo y preparo mi set. Tenía un sonido bien armado, con buenos equipos y muchos efectos: básicamente era una paleta de colores con muchos sonidos para ofrecer”, cuenta Coleman. “Ahí me dice que vamos a hacer ‘El monstruo de la laguna’, que yo recordaba muy bien, porque siempre fui del lado más de Spinetta. Yo estaba de ese lado de la grieta”. Charly le escribe un cifrado en un cuaderno Gloria, con unos marcadores de fibra y lo pone a Richard a grabar tomas. En una de ellas, el guitarrista levanta la cabeza y del otro lado del control ve a Charly, Breuer y al mismísimo Spinetta. “¡Esto es muy loco!”, exclama y se tira a grabar otra toma. “Imaginate, estar tocando para Charly un tema de Spinetta al cual tengo ahí adelante”, recuerda Coleman. “Me mandé, hice unos ruidos, sonidos raros, pero ese era mi trabajo: colorear. Aquellos dos habían hecho un arreglo chino con la batería electrónica, una cosa muy compleja”. La toma funcionó y fue la definitiva: “Listo, pasá por Sadaic”, le dijo García por el talkback. “Yo estaba muy emocionado por estar con ellos dos”, confiesa Richard que luego fue a saludar a Spinetta. Conectaron lindo.
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Charly García despide el año en el Luna Park

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Charly vuelve al Luna, escenario de grandes shows. Ph: Alejandro Leiva
A 4 meses de su última presentación allí , Charly García vuelve al estadio del Bajo porteño. El legendario músico despedirá 2019 el miércoles 11 de diciembre a las 20.30 con una nueva presentación de su espectáculo La Torre de Tesla, que esta vez lleva el subtítulo de Una analogía de utopía.

Las entradas se pondrán a la venta este jueves 5 desde las 10 horas, en la boletería del Luna Park (Corrientes y Bouchard) o a través del sistema de venta online TicketPortal , con precios que van de $1.300 a $2.950, más service charge. Teniendo en cuenta que en la ocasión anterior los tickets se agotaron en apenas 3 horas, se recomienda poner el despertador.  Se venderá un máximo de 4 tickets por persona.



Fuente: Página12

El blog de Charly García (hecho por DIOS)

En el Luna Park, Charly García volvió a las andadas

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Una vez iniciado, el show fue impecable, casi antológico. (Foto: Rolando Andrade Stracuzzi)
Comenzó bien pero terminó mal: Charly García dio una hora de recital impecable y digno de pasar al recuerdo, pero se retiró abruptamente, todos creyeron que era un intervalo, esperaron con paciencia durante 50 minutos, y cuando volvió fue para hacer un tema al piano y no regresar jamás.

Al final cabe pensar que ser tan imprevisible y mercúrico está en su naturaleza y que no cambiará. Porque Charly ha sido capaz de iniciar un show dos, tres y hasta ocho horas tarde. También ha cancelado conciertos sin previo aviso, con toda la gente en la sala. Pero ninguno se queja. Todo eso es parte del mito que lo precede, y nadie se sorprende ni protesta.

El miércoles a la noche, un Luna Park totalmente lleno aguardó con buen humor y paciencia infinita su vuelta al escenario, apenas matizando cada 15-20 minutos con un grito de “¡Olé olé olé, Char-ly, Char-ly!” para recordarle que estaban ahí, al pie, haciendo el aguante, como dice su canción.

La espera parecía haber valido la pena, porque cuando regresó se sentó al piano y se animó a la difícil “Desarma y sangra”. Fue ovacionado de manera extraordinaria, pero al finalizar el tema dijo “Bueno, ahora chiques a sus casas” y dejó a todos con cara de sorpresa e incredulidad, incluso a los músicos de su banda, que estaban calzando sus instrumentos para seguir con más canciones.

Vayamos al comienzo. El recital estaba pautado para las 20:30 y a esa hora comenzó a sonar por los parlantes el tema “No llores por mí, Argentina”, que la gente celebró como si ya fuera parte del recital. Pero solo fueron unos pocos versos. Arengado y con ganas de seguir cantando, el público entonó unos gritos de “¡Alberto presidente!” con fuerza y luego se sentó a esperar. Charly subió al escenario a las 20:55 y ahí sí llegó una versión en vivo del famoso hit de Serú Girán que había sonado casi media hora antes.

Una vez iniciado, el show fue impecable, casi antológico. Porque ver a Charly García en vivo es como asistir a un concierto de unos pocos clásicos del rock que siguen en actividad, como los Rolling Stones o Roger Waters.

Charly se canta y se celebra a sí mismo, como Walt Whitman. De paso, arma una fiesta, hace temas que todos tienen tatuados en el alma, y cantarlos juntos es una verdadera felicidad. Lo acompaña su fiel trío de músicos chilenos (Kiuge, Carlos y Toño), más el infaltable Zorrito Quintiero y la sólida Rosario Ortega.

Así, los hits históricos se suceden a la par de los temas de “Random”, su disco de 2017, en una impresionante ilación de éxitos: “Yendo de la cama al living”, “King Kong”, “Lluvia”, “Rivalidad”, “Parte de la religión”, “Otro”, “Canción de 2x3”, “El aguante”, “Rezo por vos” y “Demoliendo hoteles”.

Lo dicho, una hora excelente y magistral, con buenas luces, proyecciones de escenas de películas clásicas de la historia del cine, y la omnipresente “torre de Tesla” que da título a sus últimos shows. Pero a las 21:50 llegó el no va más. Y casi una hora después, con picardía, dijo “¿Todavía están ahí?”, exigió un whisky e hizo el tema final.

Quedan en el tintero algunas perlas de esa gran hora, como los guiños a los Beatles (“You say you got a revolution”, dijo antes de hacer “Cerca de la revolución”) y a Lennon (repitió “Love love love” al final de “Asesíname”), un jueguito tipo slide con su guitarra y un encendedor, las bromas sobre la ley de la gravedad, y su reflexión tras una gran ovación: “Todos me aman, pero a algunos no les creo”. No, Charly, todos te aman.

Todo el Luna Park te ama y nadie se queja, aunque estaría bien que a veces los trates mejor.

Por Marcelo Fernández Bitar

Fuente: Clarín

El blog de Charly García (hecho por DIOS)

La "Grasa de las capitales" restaurado

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Charly García, David Lebon y Pedro Aznar con el vinilo versión 2019.
Para Seru Giran fue un disco bisagra. No se trata de desmerecer el notable debut de 1978: es que Grasa de las capitales fue, si se quiere, el disco del despegue, el momento en que quedaron pocos que se atreviera a cuestionar a la banda de Charly García, David Lebon, Pedro Aznar y Oscar Moro. Todavía faltaba para el mote de “los Beatles argentinos”, pero el album que cumplió 40 años hace un par de meses venía a cimentar aún más las bases de una banda irrepetible e ineludible del rock argentino. La foto que ilustra esta nota no es solo el reencuentro de tres de los músicos que estuvieron en aquellas sesiones en el mítico estudio ION: es también el retrato feliz de un rescate necesario. Al fin, el segundo disco de Seru Giran vuelve a escena con un sonido que le hace justicia. Grasa llegará a las plataformas digitales este viernes 20; en enero de 2020 estará disponible en vinilo y CD. Y es una gran noticia.

Los conocedores del tema saben de las paupérrimas ediciones en CD, de sonido espantoso, incluso con tapas mal “recreadas”, con diferente tipografía y la burrada de escribir “David Levon”. Por eso tiene toda la razón Aznar cuando ahora dice que “apareció de nuevo la música”. Es que el bajista y compositor tuvo mucho que ver en el rescate producido por el Instituto Nacional de la Música (INAMU) que preside Diego Boris, y Gustavo Gauvry, de la Asociación Argentina de Técnicos e Ingenieros en Audio (AATIA), con participación de Zarpa y 300 Producciones. Gracias a la recuperación de los masters del sello Music Hall por parte del INAMU, Aznar y el ingeniero Ariel Lavigna tuveron acceso a la cinta original y realizaron un meticuloso trabajo de restauración, ajuste de mezcla y remasterización que permitió devolverle a las canciones una calidad de audio que se creía perdida.

“Transferimos esas cintas a un sistema digital en super alta resolución; usamos el vinilo original como referencia, grabado y mezclado por Amílcar Gilabert, primero para empatar el sonido a como sonaba ese vinilo para después tratar de superarlo con herramientas más modernas”, cuenta Aznar. “Es un trabajo durísimo, porque con el paso del tiempo la cinta tiene una cierta degradación, entonces hay bachecitos que restauramos a mano uno por uno, ruiditos y distorsiones. No intentamos ir a un audio moderno torpemente, sino que conservamos el espíritu del audio de los ‘70, pero mejorado”. Según la gacetilla oficial de INAMU, el resultado sorprendió a sus propios compañeros. “Escucho lo bien que suena y me da felicidad y orgullo, escucho las canciones y me emociono”, señaló David Lebon; “Uno se pregunta cómo podíamos tocar esos complejos arreglos con tanta precisión... la respuesta es que ensayábamos mucho”, agregó Charly.


La restauración de Grasa de las capitales incluye a lo gráfico. El fotógrafo Rubén Andón, que realizó la serie de fotos que resultó en la icónica tapa de los cuatro Seru disfrazados en una sátira a la tapa de Gente y la actualidad, hizo una búsqueda “arqueológica” que llevó al hallazgo de varias imágenes inéditas. Los antiguos rollos fueron limpiados y restaurados para producir un nuevo insert que incluye un poster y fotos inéditas del cuarteto. El arte de tapa de Rodolfo Bozzolo, perdido desde hace años, fue replicado minuciosamente por Pali Muñoz y Eduardo Marcé (del INAMU), quienes copiaron el original hasta el mínimo detalle.

Todo ello, claro, es un trabajo justiciero para un compendio de canciones inolvidables. Seru Giran es una banda que desarrolló una obra fulgurante en apenas cuatro años; a Grasa le seguirían otros dos discos intachables como Bicicleta y Peperina, cada uno con sus propios matices. Por eso sería un error decir que en alguno de ellos estuvieran en “el pico de su carrera”: Seru se separó antes de siquiera insinuar una decadencia. Pero desde el coro inicial y el arranque demoledor de “La grasa de las capitales”, el opus dos del cuarteto salta a la yugular, captura al oyente y ya no suelta. Son nueve canciones, tres de ellas firmadas por la dupla García / Lebon, cinco de Charly y una de Pedro; son, cada una a su manera, clásicos del repertorio del grupo.

Allí están, entonces, listas para volver a ser disfrutadas con el sonido que corresponde, genialidades como “Perro andaluz” y “Viernes 3 AM” (la canción que titula con un viernes pero habla de “la fiebre de un sábado azul y un domingo sin tristezas”), un García en estado de gracia que cerraba a todo trapo con “Los sobrevivientes” y “Canción de Hollywood”. Pero también la inolvidable interpretación de David y la épica pinkfloydiana de “Noche de perros”, o la serena belleza acústica de “San Francisco y el lobo”, la declaración de principios de “Frecuencia modulada” y el vuelo propio de Pedro en “Paranoia y soledad”. Pero sobre todo ese particular sonido, la precisión en velocidad y la complejidad de los arreglos siempre al servicio de la melodía. Las canciones que significaron una luz en la oscuridad de la dictadura, por fin recuperadas para demostrar que ningún adjetivo fue exagerado. Quizá porque, hoy como ayer, la grasa de las capitales no se banca más.

Por Eduardo Fabregat

Fuente: Página 12

El blog de Charly García (hecho por DIOS)

#CantArgentina: una canción que unirá a todo el país

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Será el domingo a las 20 horas: más de 300 ciudades del país cantarán a la vez Inconsciente Colectivo, de Charly García. Fue una idea de Juan Carr y se sumaron artistas. Habrá shows en Plaza de Mayo y será “un homenaje a la solidaridad”.

Todo empezó como un sueño demasiado ambicioso y demasiado loco: que todo el país cante, al mismo tiempo, una misma canción. El que lo soñó fue alguien que en sus redes se define a sí mismo como Soñador Obsesivo Compulsivo: Juan Carr, el fundador de Red Solidaria.

Fiel a su estilo, pronto comenzó a ponerse en contacto con gente y a motorizar el proyecto. Era agosto del 2019 cuando se le ocurrió esta idea con el fin de unir a los argentinos. Poco tiempo después se confirmó. Hoy, ya hay 330 ciudades confirmadas. Así, el sueño se hará realidad el domingo a las 20 horas en toda la extensión de la Argentina.

El lugar central del evento será la Plaza de Mayo. Allí, desde las 17 horas, estará todo el equipo de la Red Solidaria junto a diversos artistas que harán un pequeño show cada uno hasta la hora de la canción común.

Qué cantar era acaso la pregunta primordial. ¿Qué canción de qué artista podía suscitar la adhesión de todo un país? ¿Qué canción podía conmover a todos por igual? Casi naturalmente se impuso que fuera un tema de Charly García. Lo consultaron con él y fue el mismo artista quien propuso Inconsciente colectivo. “Nace una flor/ todos los días sale el sol” será lo primero que se escuche.


“Lo que pasó con la propuesta es increíble. No paran de llegarnos videos de gente que se está preparando para cantar el domingo, a la misma hora, la misma canción. Es muy conmovedor”, dice Juan Carr, comprometido tiempo completo con la iniciativa.

Además de la canción, se van a difundir en las más de 300 ciudades imágenes de personas perdidas, para aprovechar la exposición para ayudar a encontrar a alguna de ellas. Así, será una jornada de unión pero también de solidaridad. Por eso mismo el creador de Red Solidaria lo define como “un homenaje a la solidaridad”.

En la newsletter que envía cada lunes (Oxígeno), enumera: “Este año hubo récord de trasplantes: fueron 902. Hay 42.000 Bomberos Voluntarios. 11.000 colaboradores atentos a la Alerta Solidaria. 14.500 Damas Rosadas en hospitales. 85.000 scouts en servicio permanente. 54.0000 dadores de sangre… ¿Cómo no celebrarlo?”.

La invitación a sumarse es abierta a todos los que quieran cantar, sea en conjunto con su pueblo o de manera particular. Quien se quiera sumar, puede escribir un mensaje al siguiente número de WhatsApp: +54 9 11 4915 9470.

Algunas de las ciudades cuya participación está confirmada son: Córdoba, Rosario, La Plata, Tucumán, Mar del Plata, Salta, Santa Fe, Corrientes, Bahía Blanca, Resistencia, Posadas, Paraná, Jujuy, Santiago del Estero, Guaymallén, Formosa, Neuquén, Río Cuarto, San Luis, Concordia, La Rioja, Catamarca, Comodoro Rivadavia, San Juan, Pergamino, Santa Rosa, Tandil, Río Gallegos, Villa Mercedes, Puerto Madryn, Bariloche, Trelew, Maipú, Chivilcoy, Junín, Olavarría, Roque Sáenz Peña, Rafaela, Gualeguaychú, Venador Tuerto, Villa María, Orán, Necochea, Carlos Paz, Tartagal, Álvarez (Santa Fe), Rauch (Buenos Aires), Mocoretá (Corrientes), El Piquete (Jujuy), Chaltén (Santa Cruz) General Pico (La Pampa) Paraná (Entre Ríos) Playa Unión (Chubut), Villa Regina (Río Negro), ciudad de San Juan, Roque Sáenz Peña (Chaco), Puerto Iguazú (Misiones), ciudad de Córdoba, Santiago del Estero, Villa La Angostura (Neuquén), Las Lomitas (Formosa) Ushuahia (Tierra del Fuego), ciudad de Catamarca, Río Gallegos (Santa Cruz), Ciudad de La Rioja, Merlo (San Luis), Carlos Paz (Córdoba), San Miguel de Tucumán, Tartagal (Salta), ciudad de Rosario, San Rafel (Mendoza), y la Ciudad de Buenos Aires.

Fuente: Infobae 

El blog de Charly García (hecho por DIOS)

40 años de la lucidez de “La grasa de las capitales”

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Charly García con la platea de Los Andes como fondo. Concierto de Serú Girán presentando "La Grasa de las Capitales", en 1979.
Hay prejuicio con la música que hacemos. Hay que esperar veinte años. Nos van a pasar por la radio y alguien va a decir: “Uy, esta música en esa época era impresionante”. La frase de Charly García en una entrevista de 1979, suena profética. El tiempo le daría la razón. El segundo álbum de Serú Girán, La grasa de las capitales, se convertiría en una de las obras conceptuales más lúcidas en plena dictadura militar y en uno de los mejores discos de la historia del rock argentino.

La reedición en formato vinilo, con fotos inéditas y remasterizada por Pedro Aznar, que verá la luz este mes, recupera un disco bisagra de la cultura rock. “La idea fue que la banda participara de una reedición a la altura del resto del mundo. Rescata para las nuevas generaciones a una de las mejores bandas que tuvimos. Suena espectacular”, afirma Gustavo Gauvry, encargado de digitalizar el catálogo de Music Hall para el INAMU, que participó de la producción junto al sello Zarpa y 300 Producciones. A eso se agrega la aparición de Entre lujurias y represión, el libro de Mariano del Mazo sobre la trayectoria de los “beatles argentinos”. “Es una banda que no había sido revalorizada en su justa medida; el propio Charly García se había encargado de sepultarla, con una trilogía de sus tres primeros discos solistas insuperables”, aclara Mariano del Mazo. Sin embargo, las brasas de Serú y ese disco emblemático siguen ardiendo.



Es 1979 y el supergrupo integrado por Charly García, David Lebón, Pedro Aznar y Oscar Moro está quebrado emocionalmente. La prensa musical los había herido (casi) de muerte. El público no los terminaba de entender y la demanda de shows escaseaba. La dictadura seguía con su plan sistemático de desaparición de personas. Estaban en conflicto con el sello Music Hall y el clima no ayudaba al consumo del rock. “Muchas bandas se separarían por la pálida que había en el ambiente. Salías a la calle o ibas a un concierto y no sabías si ibas a volver”, contextualiza el periodista Claudio Kleinman, integrante de la revista Expreso Imaginario (1976-1983). La plata dulce permitía la visita de artistas extranjeros, pero el movimiento local estaba en crisis y muchos músicos se habían ido del país. “Fue un año crítico para el rock argentino. Parecía que iba a desaparecer arrollado por el pop y la música disco”, cuenta Sergio Pujol, autor del libro Rock y dictadura. Crónica de una generación.

La decepción inicial que generó Serú Girán con su concierto debut del 3 de noviembre de 1978 en Obras y las posteriores hipótesis sobre su disolución –agitadas por la prensa musical– obligó al grupo a reinventarse. Con un nueva idea mas sintonizada con la realidad (música más directa, con menos orquestaciones) la banda se internó entre junio y agosto de 1979 en los estudios Ion. Charly y Lebón formaban una dupla compositiva imbatible, Aznar deslumbraba con los sonidos melodiosos de su bajo fretless y Moro aportaba solidez en la batería. El resultado fue una obra maestra. Otra vez la antena de García captaba el inconsciente colectivo de la época. “Ya no era referirse al poder o las instituciones sino a esa mediocridad, en la que había entrado una parte de la sociedad argentina con sus viajes a Miami, el dos por uno y la plata dulce. La tapa del disco que remitía a una revista que en ese momento era cómplice de la dictadura era otro signo político del disco”, completa Pujol.

El arte de tapa netamente pop, en las antípodas de aquella foto en blanco y negro del primer disco, fue sorpresivo. Allí están los cuatro músicos, posando como para una producción de los personajes del año de la revista Gente. La edición 40 aniversario, que ya se puede escuchar en las plataformas digitales, es el retrato de una época oscura, con himnos como “La grasa de las capitales”, “Viernes 3 AM”, “San Francisco y el lobo” y “Canción de Hollywood”. “La asfixia que se vivía se refleja en el disco y en esa frase leimotiv, “No se banca más”, que es como un grito punk. También aparece una canción como “Los sobrevivientes”, que dice muchas cosas de nosotros como sociedad. Charly lo resume en el verso: “Estamos ciegos de ver”.

Todavía en 1979 la dictadura gozaba de cierta adhesión en buena parte de la opinión pública”, advierte del Mazo. El álbum salió a las calles en octubre de ese año y aunque tuvo una tibia recepción, las esquirlas de su impacto se dejarían ver rápidamente en el ascenso de la banda. “Charly salió con toda su ironía a plantarse firme con un proyecto que estaba dirigido a las masas juveniles. Si algo tiene Serú Giran de Los Beatles quizás no sea tanto lo musical, sino más bien la idea de que se puede construir una obra de alcance masivo tocada de una forma magistral, como no se volvió a escuchar en la cultura de rock de la Argentina”, define Pujol.

Cuatro décadas después, la fortaleza de esas canciones –influidas por Steely Dan, Joni Mitchell, el jazz rock, el pop y el tango, con el trasfondo de la dictadura militar– impactan desde la primera escucha. “La grasa de las Capitales”, el primer tema, define el arco conceptual del álbum. Charly critica el consumo, la frivolidad y la contracultura rock que lo había corrido por izquierda por sus participaciones en la mesa de Mirtha Legrand. A partir de ese disco, el grupo empieza un ascenso que lo lleva a conquistar el corazón del rockero promedio hasta convertirse en mascarón de proa del renacer del movimiento y refugio de la juventud en el periodo más lúgubre de la historia argentina. “En ningún lugar se estaba diciendo tanto y tan profundo como en los discos de Serú Girán”, analiza del Mazo. “Fueron cuatro discos –Seru Girán (1978), La grasa de las Capitales (1979), Bicicleta (1980), Peperina (1981)– y en esos cuatro años se pueden ver los cambios que se operaron en el rock, la sociedad y la política. Todo quedó plantado como una semilla antes de la guerra de las Malvinas. De alguna manera estaban anunciando el tiempo que se venía”.

Tres libros sobre Charly García
Entre lujurias y represión. Serú Girán, la banda que lo cambió todo, de Mariano del Mazo
El libro explora uno de los fenómenos musicales más importantes en plena de dictadura militar. El autor analiza el impacto cultural del grupo en un momento de crisis para el rock, atravesado por el clima represivo de la época.

Charly presidente. Una excursión al país de los García, de Juan Bautista Duizeide
​“¿Estaremos todavía a tiempo de meterle otro ritmo a la res publica con un presidente músico?”, se pregunta Juan Bautista Duizeide en Charly presidente. Una excursión al país de los García. Allí, imagina las medidas que tomaría el músico siempre atento en sus canciones a la situación política y social de los argentinos.

Charly García, 1983. Acerca de Clics Modernos, de Oscar Conde
El ensayista parte de uno de los mejores discos solistas del músico para trazar un itinerario por sus canciones y analizar la obra de García en su conjunto, revelando su lucidez para retratar distintos períodos de la Argentina, con una mirada aguda.

Por Gabriel Plaza

Fuente: Clarín

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Comunicado Oficial

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El día miércoles 29 de Enero Carlos Alberto García sufrió un traumatismo en la cadera, del cual ya había sido operado.
Esto se debió a una caída doméstica en la que no padeció ningún otro daño.
Luego de ser evaluado por médicos especialistas se le indicó reposo y suspensión de todas sus actividades.

Un vez estabilizado deberá iniciar trabajos de rehabilitación kinésica.

Esta es la causa por la que lamentablemente no esta apto para participar de los compromisos artísticos que tenia pactados a partir de ahora hasta dentro mínimo un mes.

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'La grasa de las capitales': las historias detrás de la obra maestra de Serú Girán grabada en plena dictadura

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Hace 40 años, en plena dictadura, Serú Girán lanzó el disco que redefinió el lugar de Charly García en la vida pública del país Crédito: Rubén Andón
Descubrimos a los dobles de Serú Girán", dice uno de los títulos de tapa de Grasa de las capitales. La foto es un montaje sencillo y cada personaje se explica por su caracterización: sobre un fondo rojo -de izquierda a derecha- aparece el oficinista con pinta de nerd (Pedro Aznar). A su lado, un flaquito luce la camiseta del Rugby Club Curupayti y unos inadecuados soquetes de toalla bordó (David Lebón). Lo sigue un playero en patas, vestido de blanco y con el escudo de Shell sobre el bolsillo de la camisa (Charly García). El cuadro se completa con la figura de un carnicero con cuchilla y serrucho (Oscar Moro). La imagen es un clic moderno en plena dictadura militar, un rapto de imaginación y fuerza de choque contra la patria tilinga modelo 1979, pero también una reacción de García, starman nacional en ciernes, contra las críticas recibidas desde el palo del rock: no hubo piedad para el primer supergrupo argentino cuando desembarcó en Buenos Aires luego de una temporada supuestamente idílica en Búzios. Tras un incomprendido disco debut y una serie de recitales con sabor a desconcierto, Charly respondió con orgullo herido y nervio mordaz, activismo existencial y el mejor encaje colectivo de su banda soñada.

La sesión de fotos se realizó en el estudio de Rubén Andón. El fotógrafo de 25 años y experiencia en el mundo publicitario conocía a Charly desde los días de PorSuiGieco y había participado de la última gira por Uruguay de La Máquina de Hacer Pájaros, la banda anterior de García, que había durado tan solo dos años. En el tercer piso del edificio ubicado en Hipólito Yrigoyen al 1200, Andón preparó el set. No había maquilladores ni vestuaristas; cada músico llevó lo necesario para componer el personaje que le tocó en suerte. "Charly tenía la idea de hacer una réplica de la tapa de la revista Gente", recuerda Andón. Oscar López, el productor ejecutivo de Serú, le había adelantado que la foto debía emular las clásicas tapas de fin de año del semanario de Editorial Atlántida, en las que se mezclaban personalidades destacadas del espectáculo, el deporte y la política. En la edición de 1978, por ejemplo, aparecía el brigadier Osvaldo Cacciatore, intendente de la ciudad de Buenos Aires en la dictadura, junto a los campeones mundiales Daniel Passarella y Ubaldo Fillol, entre muchos otros. La farándula y una férrea sintonía con el Proceso conformaban los ejes editoriales de Gente. Para García, la guerra de baja intensidad contra el Gran Hermano de papel estaba declarada. Faltaban la foto y los últimos detalles para cerrar un disco de nueve canciones que cambió el destino de Serú Girán.

"A este álbum que vamos a comenzar a grabar en junio lo veo como muy interesante, totalmente diferente a lo de antes. Es más grupal, si querés", dice Charly García en la edición 113 de la revista Pelo. La tapa anuncia un número especial dedicado a la reciente visita a Buenos Aires del guitarrista inglés John McLaughlin. Bajo el título "Las dudas del gigante", la nota es una entrevista en la que cada integrante de Serú habla de temas diversos. García es el que ofrece más pistas sobre el futuro del grupo: "En cuanto a las letras, son algo nuevo. No me hacen acordar a nada que haya hecho antes. Tienen una onda de tango. Son más abiertas, más agresivas y con humor. Todo gira alrededor de la Grasa de las capitales, que es el nombre del álbum, y es una burla, una sátira, de la grasada institucionalizada aquí y en el mundo. La gente piensa -y eso lo noté cuando volví de mis viajes al exterior- que en otros países no existe esta grasada. Y no es así, es algo internacionalizado". A fines de 1978 y principios de 1979, el músico visitó Europa por primera vez. La excusa fue acompañar a Zoca Pederneiras, su pareja de ese momento, una joven bailarina brasileña que formaba parte de la gira continental del Ballet Corpo. "Y grasada no en tanto contraposición entre fino y mersa", seguía Charly, "sino que tiene una connotación más densa; es decir, como que es más represión, decadencia, lo negativo en general. Hay una intención satírica en el álbum y por eso incluyo sonidos actuales como de discotecas de la televisión".

La tapa salió de una idea de Charly, que quería emular una portada de Gente. "Es una sátira a la grasada institucionalizada", decía
Andón conserva todas las fotos, cuatro rollos de doce salidos de la Hasselblad que usó para la sesión. La pose que terminó como tapa del disco apareció rápido, en medio de un clima muy distendido. Andón aportó varios objetos que se pueden ver en la portada: "El bidón amarillo que tiene Charly en la mano es de mi laboratorio; todos los químicos para el revelado venían en bidones de diferentes colores para que no se contaminen", recuerda. El maletín que lleva Aznar era del contador que manejaba los números del estudio. El serrucho y el delantal manchado de sangre los aportó el propio Moro gracias a la buena onda que mantenía con el carnicero del barrio. "La idea era producir una foto medio grasunga", dice Andón. "El tiempo hizo que se convirtiera en un ícono, pero la verdad que como obra se parece más a una foto de casamiento".

Si la foto de Grasa de las capitales -el artículo llegó después para convertirlo simplemente en La grasa- fue un relajado juego de máscaras, la construcción del segundo disco de Serú Girán fue más compleja, y pasó por varias etapas y situaciones traumáticas que la banda arrastraba desde el momento en que Charly García había convencido a David Lebón de juntarse a tocar y componer. "No agarraba viaje, el quía", contó Charly a Rolling Stone en 2002. "Estaba en el trip gurú, con el pelo cortito... Estaba con que el mundo material non da y esas cosas. Tenía una banda que se llamaba Seleste, comía pan; era demasiado... Así que con Zoca íbamos a visitarlo todos los días, y al final lo convencimos: se me ocurrió hacer el Festival del Amor, en el Luna Park. David siempre tuvo su parte media conchetona, fashion. Y le gustó la idea de ir a Búzios, armar un estudio... Pero ¿cómo conseguíamos la guita? Pensé: 'Hagamos un festival y a cada músico que venga le pagamos con un equipo de Fender'. Juntamos lo suficiente para pasar tres meses en Búzios en una casa de la puta madre, y nos fuimos".

La versión de Billy Bond, figura clave del rock argentino fundacional, líder de La Pesada y uno de los motores del debut discográfico de Sui Generis, sobre el nacimiento de Serú Girán, no es tan armoniosa: "Ellos se van a Búzios y la cosa no termina bien", asegura Bond. "Oscar López dice que Charly se la tomaba toda y que le salía una fortuna y que todo le chupaba un huevo. Charly y David Lebón dicen que el hijo de puta fue Oscar, que no les pagó, que los largó en banda allá, que los abandonó". A la distancia, Bond dice con espíritu salomónico que había un grado de verdad a ambos lados. "Oscar aparentemente los caga. Charly supuestamente se la tomó toda y se volvió para aquí y se quedan sin un mango. Cuando vuelven a la realidad, porque allá no era la realidad, Búzios era el paraíso, se les cayó el mundo a todos".
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